
Los colores vivos del bosque de Oma del artista Agustín Ibarrola nos saludan en Urdaibai
Sentir el olor de la naturaleza abrazarse a ti no tiene precio y yo, siendo del norte, no puedo más que hablar bien de sus paisajes. El País Vasco tiene innumerables lugares de interés y el bosque pintado de Oma es sin duda uno de ellos. Esta obra del artista Agustín Ibarrola forma parte del denominado land art, una corriente artística que consiste en llevar el arte al terreno primitivo, a la naturaleza. Esta vertiente nació a finales de la década de los sesenta y ha ido haciéndose hueco por todo el mundo.
El bosque está situado en Vizcaya, en la Reserva Natural de Urdaibai, calificada en el año 1984 como reserva de la biosfera por la UNESCO. El paseo por sus prados y colinas merece la pena por sí sólo sin necesitar de un incentivo artístico. En pocos kilómetros a la redonda disponemos de mar, playas, cuevas, bosques e islas, todo aderezado con una gastronomía capaz de hacernos sentar en una mesa y no querer volver a levantarnos.

Un museo del mundo rural al aire libre nos espera en el parking de las cuevas de Santimamiñe
Realizar el recorrido puede llevarnos un par de horas aunque existen diversos trayectos para perdernos. El mundo agrario está muy presente y al lado del parking de las cuevas de Santimamiñe, donde dejamos atrás el coche, hay un museo al aire libre con viejas herramientas de labranza. El paisaje rezuma vida y sus ojos verdes hacen las veces de alfombra por donde dan ganas de desviarse y preparar un picnic.
La brisa nos saluda y mece las copas de los árboles. Los robles y las encinas entablan una conversación distendida con los brezales que, a nuestro encuentro, nos saludan apuntando la dirección de las siguientes obras de arte. Las figuras aparecen y desaparecen en el tiempo. Se transforman al pasar de los rayos de luz a la sombra y juegan a esconderse detrás de su parda corteza. Enseguida seguimos su juego y alcanzamos a distinguir un efecto óptico, buscado por Ibarrola con astucia.

Siluetas saltan por los troncos en el bosque pintado de Oma del artista Agustín Ibarrola
Las obras deben contemplarse juntas y por separado. Dependiendo del ángulo por el que miremos tomarán formas diferentes. A veces abstractas, otras realistas, como si fueran una extensión de las pinturas prehistóricas de los antiguos habitantes. Líneas, círculos, figuras; amarillo, azul, rojo. Todo está permitido aquí y al girar nuestras cabezas nos daremos cuenta de que los rostros de los árboles se desfiguran hasta hacernos caer por su espiral de magia y color.
El autor nos hace protagonistas de una obra inacabada a la que precisamente le falta el visitante. Como si estuviéramos en lo alto del Monte del Destino, un ojo espía nuestros pasos y no nos deja ni a sol ni sombra. Se multiplica en la espesura y su retina se une a la nuestra en un cordial saludo.

El bosque pintado de Oma está vivo y nos observa desde la distancia
La entrada al bosque es gratuita y el terreno no opone apenas resistencias a nuestras fuerzas. Algunos tramos pican hacia arriba pero sus pendientes no son muy pronunciadas salvo en contadas rampas. Así que, aunque no tengamos una buena forma física lo podemos realizar sin miedo a quedarnos sin reservas.
Cómo llegar
Para ir al bosque pintado debemos seguir las indicaciones que existen desde la carretera BI-638 a través de Durango. Justo antes de llegar a Kortezubi es donde encontraremos la desviación.
En el caso de estar en Gernika-Lumo, es tan fácil como coger la circunvalación en dirección a Lekeitio siguiendo la BI 635. Después debemos tomar la BI 2238 y tras pasar el barrio de Idokiliz nos desviaremos a la derecha por el asfalto de la BI 4244. Una vez aquí, es seguir todo recto hasta llegar al aparcamiento.
Más información | Bizkaia
Fotografías | Xabier Villanueva, Wikipedia, Panoramio, y Kaikuland
A vista de pájaro | Google Maps