
Tras el fin de las vacaciones, son muchos los que comienzan a sufrir los síntomas de lo que se conoce como "síndrome postvacacional"
En estas fechas empieza uno a darse cuenta de lo rápido que pasa el verano y lo pronto que llega el invierno. Es cierto que no todo el mundo habrá podido disfrutar de unas vacaciones de verano al completo, principalmente, por motivos laborales; pero lo que sí es cierto es que a estas alturas, muchos ya habrán disfrutado de ellas sin apenas haber sido conscientes.
Una vez que ha terminado nuestra escapada en pareja, nuestras vacaciones familiares o cualquier tipo de estancia fuera de casa que nos haya sacado de la rutina, llega la hora de volver a la realidad. Es en ese momento cuando muchos aseguran sufrir lo que se conoce como “síndrome postvacacional”.
Taquicardias, dolores de cabeza, molestias musculares o nerviosismo, son algunos de los síntomas que suelen ir acompañados de esta patología. Pero cabe preguntarse ahora si realmente se trata de un auténtico síndrome, o por el contrario, nuestra mente nos está jugando una mala pasada.
Debido precisamente a la importancia de este aspecto y a las preocupaciones que se derivan de él, hoy queremos hablarte de cómo funciona nuestro cerebro cuando llega el momento de dejar el relax vacacional para sumergirse de nuevo en el estrés del día a día. Asimismo, trataremos de descubrir si realmente el síndrome existe y, en ese caso, qué podemos hacer para combatirlo.

Desgana, apatía, irritabilidad, tensión muscular, cansancio o tristeza son algunos de los síntomas que se vinculan a esta patología
Lo primero que te desvelamos es que, efectivamente, nuestra mente es la primera responsable de que estos casos se den con tanta frecuencia. Según revelan numerosos estudios psicológicos, la causa principal del problema viene dada porque, en muchos casos, percibimos el trabajo como un estímulo que causa aversión. Es esta sensación la que nos lleva a estados progresivos de ansiedad, falta de interés, desgana, irritabilidad, insomnio o a otros síntomas relacionados que derivan en los malestares físicos que antes mencionábamos. Por este motivo y aunque este síndrome no esté reconocido como una enfermedad, puede decirse que es comparable con algún tipo de depresión clínica.
Como ya podemos suponer, estamos hablando de casos un tanto extremos en los que el afectado no se siente cómodo en su puesto de trabajo y quizá por ese motivo siente un fuerte rechazo al volver a ocuparlo. Seguro que muchos hemos sentido una sensación de tristeza al llegar de un viaje divertido o placentero; pero si nos damos cuenta de que esa sensación de pesimismo se prolonga y afecta considerablemente en nuestro día a día, debemos tener cuidado.
Ahora te damos algunos consejos para saber cómo podemos difuminar ese choque de contrastes que se produce en estos casos.
- En primer lugar hay que saber que si durante nuestras vacaciones hemos practicado un ocio activo, es decir, actividades deportivas, excursiones o visitas culturales; volver a la rutina será menos chocante que si hemos estado varias semanas tumbados en una hamaca de playa. Especialmente si nuestro trabajo tiene horarios desajustados o requiere mucha atención, nos costará un mayor esfuerzo acostumbrarnos al ritmo de vida habitual. Así que, siempre que podamos mantenernos activos en nuestros viajes, mucho mejor.

Fraccionar nuestras vacaciones y volver a casa unos días antes de reincorporarnos al trabajo, son algunos consejos que pueden evitar que caigamos en el síndrome postvacacional
- Otra buena opción es fraccionar nuestro periodo vacacional, si es posible. En lugar de disfrutar de un mes de vacaciones al año, puede ser más productivo dividirlo en dos quincenas para que así nuestra sensación de vacaciones sea mayor a nivel global. Tendremos la sensación de que han terminado unas vacaciones pero que otras llegarán pronto.
- Por otro lado, tendremos que evitar que nuestro cerebro vincule las vacaciones con el paraíso y el trabajo con el infierno. Ser optimistas y pensar sencillamente en lo mucho que hemos disfrutado, puede ser de gran ayuda. Del mismo modo, los expertos aseguran que es muy recomendable planificar nuestras actividades laborales antes de meternos de lleno en el trabajo y no dejar de lado nuestros hobbies de forma brusca cuando empecemos la rutina.
- Finalmente, un buen consejo es intentar que nuestros viajes no se prolonguen hasta el último día de nuestras vacaciones. Es aconsejable tener al menos dos o tres días para acostumbrarnos a lo cotidiano antes de reincorporarnos a nuestro puesto. Ya sabemos que puede ser duro para muchos dejar a un lado el bienestar que nos aportaba la playa o la ciudad que visitamos; pero la vida no es sueño como afirmaba Calderón de la Barca.
En Viajeros Blog sabemos perfectamente lo mucho que se puede disfrutar de un viaje, pero tenemos que acostumbrarnos a racionar nuestros placeres o acabarán por dejar de serlo. Siempre nos quedará el consuelo de saber que el tiempo pasa rápido y que pronto estaremos de nuevo disfrutando de las vacaciones plácidamente.
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