
El recorrido por este monumento natural se realiza en grupos de visitas guiadas
No nos olvidamos de todos los viajeros que amáis la naturaleza y empleáis vuestro tiempo libre en recorrer veredas y caminos para observar los más bellos parajes naturales. Equiparse con ropa y calzado cómodo, preparándose para una larga caminata, es casi todo el equipaje que se necesita para disfrutar de este tipo de excursiones.
Nuestra propuesta de hoy os invita a visitar las bellas tierras de Asturias para descubrir las cuevas de Andía, también llamadas cuevas de Andina. Este conjunto de cuevas, de origen kárstico, se ubica, como bien indica su nombre, en las proximidades de la localidad asturiana de Andina.

Una abundante vegetación nos acompaña a lo largo del recorrido
Situadas en un valle de frondosa vegetación, se trata de un monumento natural con una superficie protegida de 11,90 hectáreas, todo un vergel para los amantes del senderismo y la naturaleza. Caminar por este sinuoso trazado, solapado por la vegetación, es una maravillosa experiencia y un objetivo inevitable para nuestra cámara fotográfica.
Esta tupida vegetación que rodea el trazado que podemos recorrer a lo largo de una visita guiada y que confiere al entorno un aspecto selvático se compone principalmente de fresnos, avellanos, tejos, acebos, madroños, laureles, castaños y otras especies vegetales. El color verde nos acompaña durante todo el trayecto, mientras recorremos senderos o cruzamos puentes.

La acción del agua sobre la roca caliza ha dado lugar a la formación de caprichosas formas
En cuanto a las cuevas –no nos hemos olvidado de ellas–, son de origen artificial y pueden observarse en las laderas de las colinas del lugar. Su origen se remonta a los siglos I y II, durante el periodo romano, cuando se explotaba la zona para extraer un metal tan preciado como el oro.
Un ejemplo más de cómo la mano del hombre puede transformar la naturaleza, convirtiendo en un frondoso valle lo que siglos atrás fue un monte. En ello tuvo mucho que ver la técnica que se empleaba para la extracción del oro: consistía en aplicar fuego a hendiduras y grietas, a las que posteriormente echaban agua. Esto originaba un contraste de temperatura y provocaba la rotura de bloques de piedra, que luego eran destrozados y examinados para la extracción del codiciado metal dorado.

Vista desde el interior de una de las cuevas
Durante nuestro paseo por el lugar también podremos apreciar caprichosas formaciones rocosas que se han creado a partir de la acción del agua sobre la roca caliza, y disfrutar de un microclima característico de la zona, que permite la subsistencia de especies difíciles de observar en otros entornos menos privilegiados.
Fotografías | Turismo Rural Suquin (1), (2), (3) y (4)
A vista de pájaro | Google Maps
En Viajeros Blog | Monumento natural Cobijeru en Buelna, un tesoro geológico con vistas al mar
Un comentario
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