
El barco es la única vía de acceso a las islas Kerguelen en el océano Índico
¿Estáis cansados de encontraros con turistas allá donde vais? En ese caso os proponemos viajar a las islas Kerguelen, un recóndito archipiélago perteneciente a Francia situado en el océano Índico meridional al que apenas separan 2.000 kilómetros de la Antártida. Mirad si está alejado de la mundana civilización, que en el pasado se conocía el lugar como las islas de la Desolación. Desde 1955 pertenecen a los Territorios Australes Franceses y, a día de hoy, únicamente conviven un centenar de investigadores y sus familias en una base de nombre Port-aux-Français.
El archipiélago se compone de arrecifes, 300 islotes y una gran isla con una extensión de 6.675 kilómetros cuadrados. Se llama Grande Terre, un terreno con una envergadura máxima de 150 kilómetros y cuyo punto más elevado es el Mont Ross con sus 1850 metros de altura. Allí, en su parte oeste, descansa un vasto glaciar que colorea su rostro de palidez.
El clima en Kerguelen es pendenciero, con unas temperaturas máximas en verano de 10 grados que descienden hasta los 20 grados bajo cero en invierno. Sus escabrosas costas hospedan a fiordos, los cuales, hilvanan decenas de penínsulas a fuerza de sus habilidades geológicas. Debido a la escasa calidez del entorno, sus playas no son el paraíso perdido que pueda andar buscando una pareja de enamorados. De hecho, la ubicua humedad provoca las lluvias o las ventiscas de nieve durante por lo menos 300 días al año. Eso por no hablar de los sombríos soplidos del viento, que pueden llegar a alcanzar los 200 kilómetros por hora.

La desolación se puede apoderar de nosotros en el archipiélago de Kerguelen
Encallar en el desterrado archipiélago a bordo de un herrumbroso barco debe de ser una sensación única, ilusoria. Al posar nuestros pies localizaremos una menuda vegetación compuesta por musgos, hongos y líquenes, si bien es cierto que en sus aguas podremos hallar algas gigantes de hasta 25 metros. El pasado nunca engaña y, los prisioneros del tiempo, los fósiles, nos informarán del esplendor de un clima más cálido a través de unos troncos fosilizados.
Lo realmente poético de las islas de Kerguelen reside en sus cándidos residentes. Las aguas bañan el litoral, propiciando el desembarco de una amplia gama de animales marinos. Los pingüinos corretearán de forma cómica, los leones marinos aullarán a las focas y éstas, a su vez, observarán con escepticimos a los albatros.
Se puede decir que el nacimiento civil del archipiélago se produjo en la segunda mitad del siglo XIX al constituirse una república de balleneros. No obstante, el descubrimiento de este camuflado rincón del mundo se hizo en el año 1772 a través de una expedición gobernada por Yves Joseph de Kerguelen de Trémarec. Pocos años más tarde, en 1776, llegaría a las islas mi aclamado capitán James Cook, un afamado expedicionario que se encargaría de recorrer Nueva Zelanda en sus inicios. Hasta 1893 Kerguelen no perteneció a Francia, quien, junto a las islas Amsterdam, Crozet y Saint-Paul, lo adhirió al Gobierno General de Madagascar.

Los pingüinos campan a sus anchas en las recónditas islas Kerguelen
Ahora ya tenéis un nuevo destino para marcar en el mapa si lo que ansiáis es un retiro para palpar la verdadera soledad por un instante. Mi pregunta es, ¿viajaríais hasta allí?
Más información | Wikipedia
Visto en Blog Destinia
Fotografías | Nicorominet y PascalSubtil
A vista de pájaro | Google Maps
En Viajeros Blog | Isla Reunión, una zona de contrastes
3 Comentarios
Interesantes estas islas, pero sabrías decir como llegar a ellas?
Un saludo!
Un helipuerto tiene mas sentido porque llegar en barco es un mareo de vertigo para los novatos y un aeropuerto a ver donde lo situarían con semejante ventanero. las imagenes son bonitas pero el llegar allí es otro cantar
es mui interesante!!!