
Si viajamos hasta Lisboa no podemos perdernos el pastel de Belém, una de las especialidades de la cocina típica portuguesa
No soy especialmente goloso. Me gusta comer, eso es innegable y, más aún, hacerlo bien. En más de una ocasión, la comida ha sido uno de los motivos de decisión para mis viajes. No sólo de monumentos, templos y paisajes vive el viajero. La comida es una parte fundamental del viaje, y aunque los mochileros tendemos a comer más de supermercado que de restaurante, siempre hay algún día en que se disfrutan (o se tratan de disfrutar) las delicias locales.
Es más sencillo probar los dulces típicos porque saltan a la vista desde los escaparates de las pastelerías cuando se pasea por la ciudad. Algunos se descubren primero en las estanterías de los supermercados cuando se hace acopio de pan, y su aspecto hace que se ponga una marca mental para no dejar pasar la ocasión de hincarles el diente.
A continuación, estas son las delicias que han quedado grabadas en mis papilas gustativas y sólo ellas son motivo suficiente para volver al destino:
Cannolo siciliano
El cannolo siciliano es el postre típico de la isla italiana. Es un tubo de masa compacta y crujiente que se rellena en el momento de una crema dulce hecha a base de ricotta (una especie de requesón). Simplemente delicioso. Lo probé en Palermo, donde encontré por casualidad una «canolería» y no dejé pasar la ocasión de volver a disfrutarlo en Trapani.

El cannolo siciliano es un postre dulce típico de Sicilia
Pastel de Belém
El barrio lisboeta, conocido por su torre, su monumento a los descubridores y el monasterio de los Jerónimos, cuenta también con una pequeña pastelería que, desde 1837, se dedica a endulzar la vida de todos los que por ella pasan. Se trata del llamado pastel de Bélem (en portugués pastéis de Belém), un pequeño pastel, monodosis, de crema pastelera recubierto de canela molida. La receta es originaria de alguien del citado monasterio, lo que explica que se comenzara a vender en el cercano local.
La neoyorkina Junior’s Cheesecake
La Gran Manzana no necesita más alicientes para viajar hasta ella: rascacielos, museos, teatros, parques, compras… Todo el mundo quiere a Nueva York, pero eso no quita que haya cosas que no estén en las guías y haya que tener en cuenta. Junior’s es una pastelería especializada en tartas de queso, desde la tradicional a las cubiertas con casi cualquier tipo de sirope. Hay donde elegir. En los pocos días que estuvimos en Nueva York hicimos cuatro veces el trayecto hasta la Grand Central Station, en la planta baja, en la zona de restauración, sólo para comerla.

Visitar Nueva York es la excusa perfecta para acudir a la pastelería Junior's Cheesecake
El postre sin nombre de Amám
No siempre es fácil saber cómo se llaman las cosas en algunos países. El aspecto de la comida entra por los ojos, y con dos palabras claves que el dependiente sepa decir en un idioma que entiendas tiene la venta hecha. En este caso, el camarero del restaurante Jerusalem (Al Quds Jerusalem Restaurant) sabía decir “queso” y “miel”. No hizo falta más. El hojaldre saltaba a la vista. El postre estaba en una bandeja metálica sobre un fuego para mantenerlo caliente, con la miel y el queso en su punto de fundido. Una vez encontrado no hubo día en la ciudad sin pasar a comer uno o a llevarlo al hotel.
Helados de Bologna
Los helados italianos son algo especial. Por su forma de hacerlos son más cremosos y su sabor es, con sinceridad, mejor. Casi cualquier gelatteria italiana hará que tu concepto del helado cambie radicalmente, pero la Sorbetteria Castiglione te llevará a otras cotas. Una heladería frente a la que el ayuntamiento ha tenido que poner bancos para que se siente la gente, que están siempre llenos, tiene que tener un sabor especial. Los sabores más elaborados tienen curiosos nombres: Michelangelo, cremino Ludovico, cremino Guglielmo, Edoardo… y la deliciosa crema de huevo. No se puede pasar por Bologna sin acercarse.

El Horno San Onofre es el lugar perfecto para comprar el roscón de Reyes en Madrid
El roscón de Reyes del Horno San Onofre
Que no tenga que viajar para disfrutarlo no significa que no merezca estar en la lista de cualquier viajero goloso que visite Madrid en Navidad. Si la gente puede hacer una cola de horas para comprar un décimo de lotería en Doña Manolita, se entiende que haya que coger un número para comprar el roscón de Reyes en el Horno San Onofre. Cuando te toca, seleccionas el tamaño y el relleno, que ponen en tu roscón en ese mismo momento. Tu boca, que lleva desde que cogiste el número salivando, comienza a chorrear cuando tu rosco aparece relleno y lo pesan en la báscula. No me lo envuelvas, que me lo voy a llevar puesto.
Más información | Pastéis de Belém, Junior’s Cheesecake, Sorbetteria Castiglione y Horno de San Onofre
Fotografía | Kawanet, Stefano Mortellaro, Bob B. Brown y girasombrah
En Viajeros Blog | Gastronomía
8 Comentarios
Una entrada muy dulce ¡sí señor! Pero de momento no he degustado nada mejor que los helados italianos…
Un saludo 😉
Helena, no te voy a decir que los helados italianos no sean un placer para el paladar de los más grandes… pero, sin salir del país, tienes que probar el cannolo siciliano!! 😉
Y el resto de postres claro!
Sobre los pasteles de Belem, si ciertamente son los mejores pasteles que he comido nunca, se asocian a los pasteles de nata, pero básicamente, aunque en muchísimos establecimientos llamen pasteles de Belem a estos últimos, siendo los mismos saben completamente diferente.
La receta de la Antiga Confiteria de Belem es secreta, y los pasteles en si mismo no llevan canela, es un añadido con el que se aconseja tomarlos… Canela y azucar glas… Un verdadero disfrute para la boca…
Hola Lorenzo!
Si es que, entre tantos manjares no sé decidir. Yo pensaba que la canela formaba parte de la receta original, lo cierto es que le da un toque estupendo.
Merece la pena la visita a la Confiteria de Belem para probar los originales y únicos, como dices los demás son sólo parecidos, la receta es suya (al menos son los únicos que la saben).
¡Mmmm! ¡Creo que me voy a ir a merendar inmediatamente! Vaya hambre me ha entrado leyendo tu post jejeje. La verdad que a mí también me gusta mucho probar las cosas típicas de los lugares que visito, aunque lo tengo un poco difícil por la cantidad de alergias que tengo… Menos mal que con ver estas fotos ya casi te alimentas jeje. ¡Muy rico todo!
Aran, espero que ya hayas merendado y que estés satisfecha porque si no, en cuanto le vuelvas a echar un vistazo a la entrada te volverá a entrar hambre… o cuanto menos el antojo goloso 😉
Lástima lo de las alergias, pero seguro que encuentras alguno que puedas disfrutar.
Uf, sin dientes y con el colesterol por las nubes, estos post, no se deben poner después de las fiestas de Navidad ;-).
Saludos
Jajaja, insinúas que en cualquier otro momento lo llevarías mejor? 🙂
El colesterol se toma vacaciones en Navidad, ahora es el mejor momento y tu estómago ya está acostumbrado a los excesos
Un saludo