Especial Sanfermines - Ernest Hemingway, el altavoz de las fiestas

4 de julio de 2011
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Ernest Hemingway en una de sus visitas a Pamplona en los Sanfermines

Ernest Hemingway en una de sus visitas a Pamplona en los Sanfermines

Qué sería de Pamplona sin los Sanfermines no lo sabemos, al igual que desconocemos en qué se habrían convertido hoy en día si Ernest Hemingway no se hubiera quedado prendado de estas fiestas. Antes de que él viniera por primera vez, un 6 de julio de 1923, las Fiestas de San Fermín ya existían en el corazón de los navarros y su tradición estaba arraigada desde chicos. Sin embargo, el Premio Pulitzer de 1953 y Premio Novel de Literatura, cambió por completo la rutina de la ciudad.

Estos 9 días de julio dejaron su anonimato oculto en algún rincón oscuro de la periferia. Fue por culpa de la novela The sun also rises, traducida en el mundo hispano como Fiesta. En ella se relataba la historia de unos personajes de la llamada Generación perdida del período de entreguerras. Viajaban por Francia y España y los protagonistas acababan en los Sanfermines.

El escritor y periodista Ernest Hemingway firmando un autógrafo en Pamplona

El escritor y periodista Ernest Hemingway firmando un autógrafo en Pamplona

La primera vez que vino Hemingway a Pamplona lo hizo como corresponsal en París del diario canadiense Toronto Star y tanto él como su esposa, Hadley Richardson, se alojaron en el Hotel La Perla de la céntrica Plaza del Castillo. En realidad no fue así, los costes eran mayores de los que un periodista se podía permitir pero la dueña, doña Ignacia Erro, muy amablemente les buscó un lugar mucho más económico en el último piso del número 5 de la calle Eslava.

Sin saberlo, ni él ni los navarros, la descripción salida de su pluma de la ciudad, el encierro y los toros, cambiaría por completo la concepción de una fiesta que iba adquiriendo prestigio internacional. Su visión era sensacionalista, exagerando en exceso la carrera de los toros por las calles del casco viejo de Pamplona. Por aquel entonces no había televisiones ni imágenes, y sin duda el impacto para un periodista extranjero era mayor.

El morbo ha vendido mucho, desde siempre, y el inconfundible estilo literario del escritor conseguían hacer muy interesantes estas reseñas taurinas.

El Premio Novel de Literatura Ernest Hemingway en las Fiestas de San Fermín

El Premio Novel de Literatura Ernest Hemingway en las Fiestas de San Fermín

Tras su primera novela de renombre, la citada Fiesta, la capital de Navarra se vio invadida por foráneos, cada vez en mayor medida. Si bien en su primera visita él y su esposa eran los únicos que hablaban inglés en toda la ciudad, la tendencia fue cambiando. Los extranjeros comenzaron su asedio de forma escalonada y sin ánimo de colonizarnos.

Se acercaban de forma civilizada, simplemente para conocer el alma de la fiesta e integrarse entre las gentes de Pamplona. Nombres ilustres como el del dramaturgo Arthur Miller, la fotógrafa austriaca Inge Morath, David Black, Alice Hall o Matt Carney lo atestiguan.

Lamentablemente, este espíritu se va perdiendo poco a poco. Si bien los navarros acogemos en nuestras casas cualquier forastero conocido, explicándoles en primera persona todos sus misterios, el mismo morbo de antaño se va comiendo la poesía de nuestro espíritu poquito a poco. Su máximo exponente es el programa de fiestas de las agencias de viajes, en las que se indica lo que no puedes dejar de hacer en los Sanfermines: tirarte de la fuente de Navarrería y correr delante de los toros, cuanto más cerca mejor. Es triste, pero es real.

Busto de Ernest Hemingway a la entrada de la plaza de toros de Pamplona

Busto de Ernest Hemingway a la entrada de la plaza de toros de Pamplona

Al Ernest Hemingway de Pamplona le gustaba comer productos típicos y uno de sus lugares predilectos era la Casa Marceliano. En esta taberna devoraba la excelente cocina navarra y entre sus bienes más preciados tenía una receta de su amigo Matías Anoz: la del ajoarriero con gambas. ¡Maldita envidia!

Hoy, hace 50 años y dos días, el astro americano murió en Ketchum un dos de julio de 1961. Se quitó la vida poco después de haber avisado personalmente al Hotel La Perla que cancelaba su reserva, con las entradas para la corrida de toros sonámbulas en su mesilla.

Las noticias trágicas vienen de la misma forma que se van. No avisan ni a los amigos ni familiares. Ni siquiera a los paisanos que te acogieron con los brazos abiertos a principios del siglo XX.

Más información | La vida de Ernest Hemingway y su relación con Pamplona
Visto en San Fermín y Turismo Navarra
Fotografías | San Fermín, Pamplona y Bandi’s Blog
A vista de pájaro | Google Maps

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