
Fotografía del castillo Het Steen de Amberes a orillas del río Escalda
Amberes es una de las ciudades más hermosas de Bélgica, y encandila al visitante con su incesante canto de sirena. Sus monumentos te atrapan, un hecho que hace unirte al resto de turistas en una peregrinación de ojos curiosos. Uno de esos hipnotizadores edificios es precisamente el que hoy os muestro, el castillo Het Steen.
Antes de continuar, lo mejor será situarnos. Amberes, antaño sede de expediciones vikingas, se encuentra a 41 kilómetros al norte de Bruselas y es uno de los puertos más influyentes de Europa. El río Escalda cruza el rostro de esta bella ciudad de Flandes, y como era su punto flaco y había que protegerlo para evitar una invasión a través del mar, se construyó esta fortaleza medieval. El origen del castillo data del año 650 d. C., si bien por aquella época el material utilizado era arcilla y, por tanto, no queda ningún vestigio de su existencia.
En el siglo IX fue cuando comenzaron a usar la piedra como herramienta defensiva, y en los siguientes años fueron ampliando la fortificación. Llegaría el siglo XVI bajo el mandato de Carlos V, quien ordenó reconstruir el castillo haciéndolo más grande y más alto.

Patio interior del castillo de Amberes conocido como Het Steen, Bélgica
Como un discreto polizón, me situé en un vehículo con sabor metálico, mirando a través de un rasgado espejo que hacía las veces de ventanilla. Atrás quedó mi ático de la esperanza, y mi mirada se posó en las vías del tren. La velocidad las hacía distorsionar y, por alguna extraña razón, a mi llegada a Amberes continuaba igual; en movimiento. Tras caminar por su majestuosa estación, los zapatos tiraron de mi voluntad y me acercaron al acantilado del río Escalda. El infame viento belga hizo el resto.
Un suspiro salió despedido de mi boca al hallar, enfrente mía, un baluarte que no esperaba. Su fachada estaba en perfectas condiciones y, por lo visto, una estatua situada al pie del castillo, en la mejilla del puente de acceso, tenía mucho que ver. Era la de un gigante, la de Druoon Antigoon o Lange Wapper, quien observaba desafiante a dos figuras humanas. Estaban petrificadas. Este goliat era un diplomático de la Edad Media, el cual ejercía de matón a la entrada de Amberes y cobraba una suculenta suma de dinero por acceder. De no estar conforme, la respuesta era la misma que la del peaje de pequeño John a la entrada de su amado Sherwood. Le gustaba vivir cerca del agua, se burlaba con la contagiosa risa de un demonio y, por si fuera poco, embaucaba a las mujeres para beber leche de su pecho.
El acceso al castillo Het Steen no encontraba ningún obstáculo a su paso. Sus puertas estaban libres de ataduras y la curiosidad hizo el resto. «Fortunata Antverpia«, se podía leer bajo el escudo que sostenían dos figuras de piedra. Mi cabeza giraba hasta las cotas más altas de la fortaleza y a cambio recibía blasones anclados en todas sus esquinas. La madera se abría hueco, junto a vidrieras encarceladas en barrotes, en los muros que, dada su diferente tonalidad, enseguida se distinguía que provenían de épocas distintas.

En el castillo de Amberes podremos leer la frase de "Fortunata Antverpia" en uno de sus blasones
Het Steen, el castillo de Piedra, fue utilizado como cárcel por más de 500 años, aunque la cultura también se coló disimuladamente. Lo hizo por su retaguardia, de la mano de un pintor ilustre que se afincó en Amberes hasta morir en 1640. De nombre Peter Paul, de apellido Rubens, retrató sus rasgos con el cuadro Vista de Het Steen al amanecer.
Caminando por el interior del castillo, sin acceso a las residencias porque estaban cerradas, me acuerdo que pregunté por su nombre en voz baja, a un volumen casi inaudible. En realidad, ahora lo sé, tuvo varios de ellos. Empezó llamándose Burcht Antwerpen, la Fortaleza de Amberes, y no sería hasta la reconstrucción de Carlos V cuando lo cambió. Al principio se le conocía como Steen’s Heeren, la piedra del rey del castillo, aunque más adelante se quedaría con el seudónimo con el que se le llama hoy en día. En neerlandés, steen significa “piedra” y es empleado igualmente para referirse a una fortaleza o un palacio.
Alrededor del famoso gigante existe una leyenda que a su vez nos desvela el origen del nombre de Amberes en flamenco: Antwerpen. Asimismo, esa fábula transmitida generación tras generación, nos servirá para comprender el curioso significado de las manos en esta turística urbe. Visto que os gustó el artículo sobre la leyenda de las tres hermanas de piedra de Australia, creo que os interesará también la que se arremolina bajo el embrujo de Druoon Antigoon. Os la explicaré próximamente, pues merece la pena.

Fotografía de la trasera del castillo Het Steen de Amberes, donde podremos dar un breve paseo
La visita de Het Steen me supo a poco. Se trata de un caramelo tan dulce como efímero, que nada tiene que hacer frente a un suculento asado como el castillo de Olite. Éste se puede degustar con una visita guiada que dura horas y es algo que eché en falta al inmiscuirme por este coqueto bastión de Bélgica.
Sea como fuere, si viajamos a Amberes es obligatorio darnos un pequeño paseo por sus murallas. Desde allí tendremos unas vistas privilegiadas del río Escalda y, a su vez, nos servirá para preparar nuestra mirada a los monumentos que se avecinarán después.
Más información | Wikipedia
Fotografías | Xabier Villanueva Amadoz
A vista de pájaro | Google Maps
En Viajeros Blog | Museum aan de Stroom, nuevo icono en Amberes
2 Comentarios
No he estado nunca en Belgica, bueno si, he pasado camino de Holanda, hay muchas cosas que ver en Europa, eso si, si algún día me doy una vuelta, lo prefiero en verano, porque ahora, en invierno…………
Buen post y fotos guapas (tengo que aprender).
Saludos
Maravillosa descripción metafórica y narrativa. Me transportan nuevamente hasta allí y revivo mi aventura en esos lares.
Gracias
Viviana