En el capítulo anterior expusimos la definición del jet lag así como sus síntomas más frecuentes. En esta segunda parte nos disponemos a ofreceros unas cuantas recomendaciones y en caso de no compartirlas, os trataremos de explicar el porqué de nuestra disconformidad. Recordaros que la información la iremos contrastando con mi experiencia personal, tratando de ser lo más objetivos posibles desde una perspectiva subjetiva.

Agradeceremos llevar calzado cómodo en el avión para descalzarnos
Recomendaciones
Uno de los consejos que se escuchan si vamos a movernos hacia el este, podemos comprobarlo aquí, es procurar despertarnos progresivamente cada día una hora antes. Con 4-5 días de antelación. Personalmente no encuentro muy viable esta opción. Primero porque el trastorno lo tendríamos antes de viajar, sintiéndonos cansados cuando más descansados deberíamos estar. Segundo porque nuestro trabajo probablemente no nos lo posibilitaría.
Si nos vamos al oeste tenemos otra recomendación similar a la anterior. Sería acostarnos una hora más tarde y despertarnos una hora más tarde progresivamente con unos días de margen. Antes os he dado mi opinión, así que no quiero reiterarme. Además, ¿qué vida familiar nos permitiría asimilar estos horarios?
Siguiendo el hilo del descanso, es indispensable dormir lo suficiente los días anteriores aunque cada maestrillo tiene su librillo. Se avisa que es mejor ir relajado a un vuelo largo aunque no es menos cierto que si vamos cansados más fácil nos resultará dormir. Al menos así lo creo yo y de hecho he podido probar los dos ejemplos. Ambos pueden ser igual de válidos y aquí cada uno conoce su cuerpo mejor que nadie para poder decidir lo más adecuado.

El ejercicio moderado nos ayuda a combatir el jet lag. Caminar es una buena opción.
Viajar cómodo es vital y para ello lo más conveniente es vestirnos con ropa holgada. Un asiento de avión es un asiento de avión y aunque en los vuelos transoceánicos son más espaciosos, las horas no pasan en balde. Descalzarnos dejando los zapatos en el suelo también ayuda, la circulación sanguínea será mejor y por mucho que nos parezca una tontería, nos sentiremos con más libertad de movimiento. De hecho, en este tipo de vuelos las compañías aéreas nos ofrecen unos calcetines por si queremos cambiarnos.
Ante la apatía, el cansancio y los dolores de cabeza derivados de este trastorno, lo mejor es buscar la forma de volver a la normalidad. Teniendo en cuenta todas las horas que hemos estado en un recinto cerrado y expuestos a altas presiones, salir a la calle aunque sea a dar un pequeño paseo y sentarnos en un banco nos aliviará.
El ejercicio moderado activa nuestro organismo y es bueno realizarlo antes y después del viaje. El mero hecho de caminar durante una hora diaria o hacer pequeñas sesiones de actividad cardiovascular mejorará los síntomas del jet lag. Estar al aire libre en vez de intentar descansar en casa purifica en este caso, incluso si nos vemos bajo el manto blanco de México D.F..
La comida es una de las variables que muchas veces pasamos por alto, no sólo en nuestros viajes sino también en nuestra vida diaria. Un viaje en avión tan largo puede, y de hecho lo hace, alterar nuestro apetito. Debido a este motivo, es conveniente seguir una dieta equilibrada para que nuestro cuerpo se vaya acostumbrando a los nuevos cambios.

Pasta y arroz, ejemplo de comida rica en carbohidratos
La mejor manera es comiendo alimentos ricos en proteínas (productos lácteos, verdura, pechuga de pollo…) tanto en el desayuno como en la comida, dejando para la cena platos que contengan carbohidratos (pasta o arroz por ejemplo).
Evitar ingerir alimentos pesados para el estómago o que contengan grasa nos facilitará el cambio, y una vez comamos saludablemente, veremos cómo nuestro apetito vuelve dejando en un rincón a nuestra apatía.
Hay expertos que inciden, como otro método de contrarrestar el jet lag, en ajustar la zona horaria a nuestro destino nada más subirnos al avión. De esa forma, se trata de asimilar los horarios de comida y de sueño con mayor rapidez. En mi opinión no tiene mucho sentido porque se da el caso de que muchos de los vuelos tienen escalas y seguir este consejo sí que nos podría llevar a la confusión. Por no hablar de que comeremos cuando las azafatas paseen sus carritos y no antes. Ni después.

Salir a la calle y sentarnos en un parque puede servir para contrarrestar el jet lag
A la hora de beber debemos procurar evitar abusar de los refrescos, la cafeína y el alcohol, sustituyéndolos por la bebida más sana y más abundante de todas: el agua. Está claro que por tomarnos un café, una cerveza o una coca-cola no va a pasarnos nada pero es mejor no excederse. El estómago lo agradece y la cabeza también. La realidad es que no hay nada como una copa de vino para que el sueño nos atrape aunque intentad procurad no acabar con todas las botellas. La resaca y el jet lag no se llevan bien.
Por último, nos gustaría mencionar los somníferos naturales. Pueden lograr calmarnos y facilitarnos la conciliación del sueño a través de métodos caseros o si lo preferimos, podemos preguntar en una farmacia o herboristería. Otra opción igual de válida puede ser la homeopatía.
Considerad que viajar hacia el oeste es más traumático para nuestro cuerpo que hacerlo hacia el este. Sabiendo esto, paciencia. Es pasajero.
En Viajerosblog | Jet lag: qué es, síntomas y recomendaciones – Primera parte
Fotografías | El Nacional, A Mis Pies, Healthy Eating y El Icono Digital