Pamukkale - Primera parte. Bañándonos en el castillo de algodón de Turquía

21 de abril de 2011
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Terraza con agua cristalina en Pamukkale, provincia de Denizli, Turquía

Terraza con agua cristalina en Pamukkale, provincia de Denizli, Turquía

Cuando la naturaleza nos obsequia con belleza sabemos apreciarla y rendirnos a sus pies. Si en el caso de Turquía ya os hablamos de la Capadocia, hoy le toca el turno al balneario natural de Pamukkale, cuyo significado en turco es «castillo de algodón». Estas maravillosas terrazas, popularizadas en su día por innumerables spots publicitarios en los que sobresalía uno hablando de los cuerpos danone, se encuentra al sudoeste de Turquía en la provincia de Denizli, en el valle del río Menderes.

Pamukkale es un tesoro de oro blanco que lamentablemente ha estado a un pelo de arruinarse por culpa de los de siempre, de nosotros, por el motivo de siempre, el dinero. Muy cerca de las pozas se situaron hoteles de lujo, cortando el flujo del agua que hace posible darle ese color tan azul, tan turquesa, característico de estas piscinas naturales. Las paredes de las cascadas se oscurecieron a raíz del problema pero afortunadamente el gobierno supo reaccionar a tiempo. Lleva unos años cuidando el lugar y empleando todos sus esfuerzos para que, por una parte, adquieran de nuevo su esplendor y, por otra parte, no vuelvan a caer en errores del pasado.

Antes de hablaros con más detenimiento del proceso natural que ha llevado a este paisaje adquirir tan poética silueta, os vamos a hablar de otro punto de interés en sus cercanías: la antigua ciudad de Hierápolis. Os hablamos de un lugar donde podremos observar un patrimonio cultural muy enriquecedor compuesto por un teatro romano, termas y por baños romanos entre otros monumentos a destacar. La Puerta Monumental se levanta impasible desde la época de Adriano aunque lo verdaderamente interesante es la necrópolis de la ciudad. Allá es donde reposan los restos de muchos enfermos que acudían a curarse al calor de las aguas de Pamukkale y por eso mismo veremos sarcófagos, tumbas, túmulos y un sinfín de ornamentos para los difuntos.

La explicación del color, de la forma y el origen de las terrazas de Pamukkale la encontramos, como en muchas otras ocasiones, gracias a los terremotos. En la cuenca del río Menderes hubo grandes movimientos tectónicos que a parte de generar numerosos terremotos, hicieron viable la aparición de abundantes fuentes de agua. Se daba el caso de que esas aguas eran termales debido a su composición con alto contenido en minerales, creta concretamente. Ellas fueron las que crearon Pamukkale con su ir y venir de H2O que, junto con algún material radioactivo, calcio y bicarbonato, producen una precipitación de bicarbonato de calcio que otorga ese efecto de cascada petrificada, como si las estalactitas y estalagmitas de una cueva hubieran salido a la superficie.

Personas disfrutando del sol en Pamukkale, Turquía

Personas disfrutando del sol en Pamukkale, Turquía

Las cascadas que vemos no es otro fenómeno natural que el producido por capas de piedra caliza y travertino. Con su blanquecina sonrisa nos atraparán en un sueño de ensueño, visible esplendor de unas termas cargadas de fogosidad.

Las terrazas de las que os hemos hablado antes, también de travertino, han adquirido formas caprichosas, como un balcón con forma de medialuna con una fina capa de agua poco profunda que crea escalones de fantasía, en un entorno de ficción. La altura de los escalones oscila entre 1 y 6 metros de altura y buceando entre las rocas más antiguas, remontándonos al periodo del Plioceno en sus capas inferiores y al periodo del Cuaternario en sus capas superiores, podemos encontrar  cuarcitas, mármoles cristalinos y esquistos.

La temperatura del agua en Pamukkale brota a unos constantes 35º y sus beneficios para multitud de enfermedades han hecho de este lugar un balneario natural con la virtud de sanar los fatigados cuerpos de cualquier persona que esté dispuesta a acercarse. Una de las mayores atracciones reside en contemplar la puesta de sol, viendo reflejar los rayos dorados en el agua y con un horizonte indescriptible mirándonos a los ojos.

Tanto la ciudad de Hierápolis como el castillo de algodón, Pamukkale, están declarados por méritos propios como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Si vais a recorrer Turquía más allá de Estambul, es obligatorio acercarse aquí, no os arrepentiréis.

Más información | Wikipedia
En Viajeros Blog | Pamukkale – Segunda parte. Un Castillo de Algodón dentro de la asombrosa Turquía
Fotografías | Will go to y All Over Travell
A vista de pájaro | Google Maps

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