Bucarest, capital de Rumanía

12 de febrero de 2011

Bucarest es la capital de Rumanía y la ciudad más próspera del país. Consta de dos millones de habitantes y su arquitectura la forman gran cantidad de edificios, la mayoría provenientes de la segunda mitad del siglo XX. En el interior de esta urbe, podremos encontrarnos con agradables calles y parques para pasear, así como varias zonas comerciales o de vida nocturna. Por otra parte, esta localidad se carcteriza por su variedad de instalaciones educativas, por ello, mantiene en su seno un gran número de museos y centros musicales. Además, pone especial énfasis en el cuidado de su cultura y su historia.

Bucarest

Bucarest, Rumanía

Entre los parques de la ciudad no podemos dejar de visitar el Parque Cismigiu, en el que nos encontraremos un pequeño lago y preciosos jardines, decorados con estatuas, así como gran diversidad de animales y plantas representativas de toda Rumanía. El parque más grande de la ciudad es el Herastrau, en el que podremos pasear en barco en varios lagos comunicados entre sí y disfrutar a orillas del lago Herastrau del Museo de la Aldea, que se encuentra al aire libre y contiene una representación de la artesanía popular rumana y las famosas iglesitas de madera del Maramuras.

Es muy conocida la Ópera de Bucarest, por lo que es de visita obligada asistir al Ateneo, el centro de los principales conciertos, incluida la filarmónica George Enescu. Fue construido en 1886 y se encuentra muy bien consevado. Su entrada llama especialmente la atención, ya que está repleta de jardines de gran colorido. En su interior, podremos deleitarnos con frescos y cuadros de la historia de Rumanía, así como de su espectacular cúpula, de 41 metros de altura y exquisitamente decorada.

Otro monumento de gran belleza es el Arco del Triunfo, construido en memoria de los héroes de la I Guerra Mundial y en cuyos laterales podemos observar las caras de la reina María y el rey Fernando. Sin embargo, el edificio más famoso es el Palacio del Parlamento, construido durante el régimen de Ceasucescu en el centro de la ciudad y categorizado como el segundo edificio más grande del mundo. Internamente es de estilo neoclásico y tiene seis niveles de altura, además acoge el Museo de Arte Contemporáneo y el Museo de Trajes Folcóricos.

Por último, no podemos perdernos el Museo Nacional de Historia, donde podremos admirar con distintos ejemplares arqueológicos la evolución rumana desde el paleolítico hasta la actualidad. La sala más asombrosa la encontraremos en el sótano, donde se haya el Tesoro Nacional: una gran variedad de impresionantes piezas de oro, joyas y objetos procedentes del neolítico.

En lo referente a la gastronomía, destaca principalmente la bebida nacional, llamada tuica, una especie de tequila elaborada con ciruelas; y el plato típico, conocido como sarmale, una mezcla de arroz con carne, cebolla y especias, envuelta en forma de rollito con una hoja de col o de vid.

En difinitiva, Bucarest es una ciudad para aprender, admirar la cultura y pasear por bellos paisajes y parques. ¿Te apuntas?

Más información | Romania Official Site
A vista de pájaro | Google Maps
Fotografía | Sébastien

Un comentario
  1. Eli
    Publicado el 28 enero, 2015 a las 1:37 pm | Enlace

    Todo lo dicho es cierto, pero también es cierto que, salvo los lugares mencionados, el resto de la ciudad está sucio y muy abandonado.
    Combinan en el paisaje arquitectónico grandes bloques de edificios comunistas con bellos palacetes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, pero que están en la completa ruina. Y me sorprendió bastante encontrarme con que, en muchos de los garajes de esas casas en otra época esplendorosas, podías ver coches de más de 30.000-40.000€. Parece ser que la gente no le da mucha importancia al patrimonio histórico propio.
    Sin embargo, También vi mucha gente viviendo en la calle, en las calles más céntricas de la ciudad, casi todos ellos de la etnia romaní.
    Hay que decir también que me pareció una ciudad segura para caminar de noche.
    Creo que habéis olvidado mencionar la Piata Unirii, y la extravagante (por su inmensidad) avenida que la conecta con el Parlamento, puesto que ambos merecen la pena de ser visitados.
    El café que tomamos en los puestecitos de la calle no era café, pero en sus supermercados venden, de lejos, el mejor zumo de naranja envasado que he probado en mi vida.

    Con la crítica que he realizado no intento desanimar a la gente que tiene intención de visitarla, es más, creo que merece la pena visitarla por ser una ciudad llena de contrastes, y que sin duda, tuvo un pasado espléndido. Pero me parecía importante aclarar que no es oro todo lo que reluce, y que el viajero debe saber con qué se va a encontrar una vez allí.
    He basado mi reseña en los 6 días que pasé en Bucarest en el verano del 2013.

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