Especial Sanfermines - La Mañueta, la tradición de los churros

10 de julio de 2011
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El toro de Kukuxumuxu haciendo de las suyas en la entrada a la churrería de la La Mañueta

El toro de Kukuxumuxu haciendo de las suyas en la entrada a la churrería de la La Mañueta

Comer churros en los Sanfermines, con o sin chocolate, se ha convertido en toda una tradición y de eso la churrería La Mañueta sabe un rato. Nos tenemos que remontar al 13 de diciembre del año 1872 cuando Juan Fernández Calero abrió la churrería en la calle Curia para trasladarse después a La Mañueta.

Cinco generaciones de la familia Elizalde-Fernández han pasado desde entonces y quien la regenta ahora es la pamplonesa Paulina Fernández Martínez, de 89 años de edad.

Los churros se hacen de forma artesanal en la churrería de La Mañueta

Los churros se hacen de forma artesanal en la churrería de La Mañueta

Pese a la gran demanda, la churrería únicamente abre los dos últimos sábados de junio, durante los Sanfermines (del 7 al 14 de Julio) y los cuatro domingos de octubre. Quizás por ello uno le coge especial cariño a este manjar.

La elaboración de los churros se sigue haciendo manteniendo la receta de la familia y el único truco es el empleo de lumbre de leña de haya cortada a mano con hacha. De esta manera quedan bien fritos y adquieren ese sabor tan característico de La Mañueta.

Comer churros después del encierro en los Sanfermines es una tradición y Paulina Fernández lo sabe

Comer churros después del encierro en los Sanfermines es una tradición y Paulina Fernández lo sabe

No creo equivocarme al decir que todos los navarros hemos probado alguna vez los churros de esta casa, bien por el hecho de quedar comos unos anfitriones de matrícula de honor en alguna visita o para quitarnos esa losa de no haber hincado el diente a algo tan de la tierra.

Tras el encierro, con el frío abrazo del alba y sin la mirada cómplice de los rayos solares, no hay nada como este aperitivo tan goloso untado en chocolate caliente. Reanima a cualquier rezagado, a cualquier muerto viviente que haya arrasado con la noche. El problema es que hay que ganarse la recompensa. Haciendo cola. Maldiciendo tu debilidad vampírica sin una gafas de sol a mano.

Las colas en la churrería de La Mañueta están aseguradas en los Sanfermines

Las colas en la churrería de La Mañueta están aseguradas en los Sanfermines

La espera se hace eterna. Las tripas rugen con alevosía y no hay manera de detener su fogosidad. Hubo unos años, de cuando mi mirada respecto al mundo se nutría de los dibujos animados, en los que nuestros padres nos cogían de la mano para encaminarnos a la Plaza del Castillo.

Allá arriba, en su fortaleza, en lo alto de un quiosco que todavía era resguardado por ancianos árboles (más tarde los talarían), se repartía chocolate caliente junto con algún bizcocho. Era la manera de no pasar envidia de los valientes que aguardaban cerca de una hora sus churros en una calle cercana. Gratuita.

En el interior de la churrería de La Mañueta no hay tiempo para descansar

En el interior de la churrería de La Mañueta no hay tiempo para descansar

Lamentablemente todo lo bueno se acaba. Dejamos de ser niños, el consistorio se olvida de repartir oro negro y, para más congoja, seguimos padeciendo celos de alguien con un cucurucho grasiento bajo el brazo. ¿Cómo redimirse?

La respuesta es muy sencilla y nos aguarda a la vuelta de la esquina. Una vez en la vida no hace daño, decimos al panadero mientras escogemos unos dulces al azar a hurtadillas. Hay que aprovechar que la vida son dos días, sonreímos.

Chorradas. Yo sigo sufriendo sin mis churros.

Fotografías | Running With the Bulls, Noticias de Navarra, Ojo Digital, San Fermín y Juan Salvador Serrano
A vista de pájaro | Google Maps

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