
El Manneken Pis tiene una mascota: Zinneke Pis
Si hablamos de chistes en España, enseguida nos viene a la cabeza el pueblo de Lepe y el más salao de los cocineros, Carlos Arguiñano. Cuando dialogamos acerca del humor, siempre nos acordamos del camino de los ingleses, lleno de humor negro.
Los chistes en Bélgica también son negros, de puro chocolate, y su humor es burlón y deslenguado. Lo vimos con el Manneken Pis, el niño meón. Lo volvemos a observar ahora, con dos estatuas que nada tienen que envidiarle (salvo la fama). Una es la de un chucho sarnoso, el Zinneke Pis, y la otra es la de una niña con cara triunfante, la Jeanneke Pis.
El can de bronce se sostiene con tres patas desde 1998 haciendo de funambulista, haciendo equilibrio como un gimnasta o un malabarista del Circo del Sol. Trata de orinar en la acera desde entonces sin éxito y, visto lo visto, hasta que no llegue un veterinario tiene toda la pinta de que seguirá con problemas de próstata. El animal se encuentra amordazado entre las calles de rue du Vieux Marché Aux Grains y rue des Chartreux. En la esquina Zinneke. Traducida, en la soledad bastarda.

Aparte del Manneken Pis, en Bruselas también hay una niña meona: La Jeanneke Pis
Muy cerca de la Grand Place, a la misma distancia del Manneken Pis pero en dirección opuesta, una niña mea de cuclillas con aire sonriente sin síntomas de artritis en sus rodillas. Debido a esta simetría, se dice que los dos niños son hermanos. La Jeanneke Pis fue esculpida en el año 1985 por Denis-Adrien Debouvrie y esperó dos años para ser inaugurada. Para encontrarla hay que dejarse llevar por las estrechas calles del centro de Bruselas hasta toparnos con un bar del que hablaremos muy pronto: el Delirium.
Esa calle está en el Impasse de la Fidélité, el callejón de la Fidelidad; muy cerca de la rue des Bouchers, la calle de los Carniceros. Al fondo encontramos la fuente y, sobre ella, una estatua de unos 50 centímetros de alto. El material es piedra caliza de un color azul grisáceo y el tocado del pelo es un recogido con coletas.

El Zinneke Pis haciendo de las suyas en mitad de la calle, Bruselas
En Bélgica hay rincones entrañables. Los hay, también, burlescos y románticos. Sus canales bañan sus ciudades y el olor del chocolate sodomiza al más intrépido de los forasteros. La cerveza belga nos seduce el gaznate y sus irreverencias nos hacen sonreír. No tenemos por qué elegir los lugares a visitar porque el país es pequeño. ¡Anímate y acércate a conocerlo!
Más información | Wikipedia
Fotografías | Cicily Corbet, La Dinámica Realidad y Canal Blog
A vista de pájaro | Google Maps